martes, 27 de marzo de 2012

El Capazo

Cuentan las leyendas que en un pueblecito de la Sierra de Gata vivía, hace mucho tiempo, un grupo de capaceros y capaceras, dirigido por un hombre feo y de rasgos toscos, llamado Camuñas. Todos se ayudaban en las tareas del campo, porque se ganaban el sustento vendiendo aceitunas y aceite.

Un año, después de recoger la cosecha, quedaron desolados. Llevaban largo tiempo sufriendo sequías y las cosechas no eran buenas. Había que buscar otra forma de trabajar la tierra para que diese buen fruto.

El Camuñas decidió entonces reunir a todos los capaceros y capaceras para abordar el problema y encontrar una solución. De este modo, entre todos acordaron celebrar, a principios de la primavera, un ritual para atraer una suerte más propicia.

Y así se hizo. Ya entrado el mes de abril, Camuñas, con motivo de las fiestas patronales, comenzó a deleitar a su grupo con melodiosas canciones inspiradas en su propia vida y, al son de cencerros, recorrió todas las calles del pueblo para reunir a todos los capaceros y llevarlos hasta la plaza para realizar un impresionante “Capazo”. Camuñas sacó el fuego de su bandolera y las llamas comenzaron a elevarse. Con este ritual se pretendía quemar todo lo malo del año anterior y desear lo mejor para el siguiente.

Dicen los ancianos del lugar que, misteriosamente, las cosechas mejoraron y la racha de sequía terminó. Por eso, desde entonces, cada año, cada primavera, el fuego vuelve a quemar la mala suerte y los vecinos del pueblo piden al nuevo año fertilidad para su tierra, entre dulces de naranja, harina y aceite,

Mario Hermoso Hernández

martes, 6 de marzo de 2012

La princesa de la Sierra

Cuenta la tradición que, durante los Miércoles, Jueves y Viernes de Pasión, sale de su refugio subterráneo, situado entre las inmensas moles graníticas de la parte más occidental de la Sierra de Gata, conocidas por el sobrenombre de Torres de Hernán Centeno, la hercúlea y encantada nieta del fiero y temido gigante Fierabrás. En esas noches, a la luz de las estrellas, todos aquellos que se han atrevido a aguardar la aparición de esta hermosa y fornida princesa moruna han observado, con gran asombro, cómo el entretenimiento preferido de esta noctámbula señorita consiste en hacer malabares con las rocas que adornan el hermoso paisaje de nuestra Sierra de Gata.
Es tal la velocidad que llegan a tomar esas titánicas rocas al ser arrojadas al espacio por las fornidas manos de la misteriosa princesa, que más de uno de los curiosos nocturnos ha huido, a toda velocidad, entre los intrincados riscos y tupidos matorrales, por miedo a ser aplastado por alguna de esas gigantescas piedras.
Una vez finalizado tan inquietante entretenimiento, nuestra misteriosa princesa deja en su lugar los objetos de juego y regresa a su acostumbrado refugio. En él aguarda la llegada de algún apuesto príncipe que la libere del encantamiento al que fue condenada en los albores de los tiempos, cuando el resto de la humanidad ni siquiera habitaba estas tierras.
César Robledo Arroyo

El roble centenario

Una antigua leyenda de la Sierra de Gata cuenta cómo dos gitanos llegaron desde las tierras pantanosas de León a las secas llanuras de Extremadura. Los gitanos acamparon en la ribera de un río y sacaron una hogaza de pan y un buen vino, mientras encendían una fogata para calentarse y ahuyentar a los animales que pudieran rondar cerca.
Uno de ellos fue a buscar agua con un cántaro y se quedó embelesado por el brillo de un objeto en las aguas profundas. Sin poder contener la curiosidad y las ganas de arrojarse al río para coger aquel objeto brillante, segundos más tarde, buceaba ya en las frías aguas.
A punto de quedarse sin oxígeno, llegó hasta el objeto y, para su sorpresa, descubrió que no era de oro ni de plata, ni de ningún otro metal precioso. Entonces comprendió el engaño.
Nunca había creído los rumores ni las leyendas de los ancianos, pero en esta ocasión pudo comprobar en persona lo que estaba sucediendo. De entre las aguas surgió una enorme raíz, dura como las montañas leonesas y fuerte como diez hombres juntos, que arrastró al gitano hasta un tronco hundido destrozándolo sin compasión.
Cuando el otro gitano salió en busca de su compañero, se fijó en un árbol que habían visto al llegar y comprobó que había aumentado su estatura; había crecido de manera desmesurada hasta convertirse en un enorme roble con ramas en forma de brazos humanos. Ante semejante visión, el muchacho salió corriendo despavorido y salió del bosque sin mirar atrás.
Desde entonces, la leyenda cuenta que si uno va al Pantano de Borbollón y oye un extraño silbido, se trata en realidad del espíritu del gitano que, atrapado entre las ramas del viejo roble, agita sus brazos para avisar del peligro.
Ismael Buénaga Fuente

Sierra de Gata, tradición y leyenda.

"Como la imaginación no conoce límites y se abre paso por caminos insospechados...
...RE-LEEMOS, RE-ESCRIBIMOS, RE-INVENTAMOS".

Los alumnos de 2º ESO, con ayuda de sus familiares, vecinos y amigos, han recopilado cuentos y leyendas tradicionales de la zona y los han reelaborado hasta conseguir los relatos que aquí se presentan. Algunos están enriquecidos con antiguas canciones, poemillas o incluso recetas tradicionales. Todos son fruto de la imaginación, por lo que resulta difícil señalar en ellos cuánto hay de tradición y cuánto de leyenda.

La casa del ovispo
Atrapados
El Capazo
La princesa de la Sierra
El roble centenario